jueves, 1 de diciembre de 2011

No podía empezar peor..

Justamente ese día era el crepúsculo de la noche de Nochebuena, estaba deambulando sola por una de las calles insólitas cercanas a la plaza más conocida de mi ciudad. No había nadie por la calle, se podía escuchar el sonidos de mis pasos al pisar el suelo frío, casi helado. Intentaba no pensar en él pero la soledad me hacia pensar más en él, caminaba cabizbaja mirando hacia el suelo. No podía sacarle de mi cabeza, de mi mente, en ningún momento, solo pensaba en el recordando los buenos y felices momentos que pase a su lado aquellos. Tenia presente en mi cabeza en cada instante su aroma, sus cabellos morenos, esos ojos marrones que me derretían por dentro cada vez que los observaba y sus labios perfectamente curvados en forma de sonrisa con ese tono rosados que los hacia especiales y diferentes a los demás, los mismos labios que deseaba besar cada segundo que estaba con él. 
Ese le necesitaba más que ningún otro.Aunque sabia perfectamente que el ya no iba a volver a mi lado, me lo había dejado bien claro aquella mañana cuando estábamos tomando nuestro típico café de cada Nochebuena, que todos los años hacíamos a la misma hora y en el mismo sitio. No salían de mi cabeza las palabras que me había dicho: "Lily los dos sabíamos que este momento tenia que llegar algún día, hoy es ese día  no aguanto mas sin poder decírtelo... Se ha acabado... ya no siento lo mismo, ya no te quiero como antes. Podrás reponerte, lo se te conozco perfectamente después de tres años junto a ti, ahora te dolerá pero en pocos meses sera como si nunca hubiera existido en tu vida." Cada vez que lo recordaba las lagrimas empezaban a recorrer mis sonrojadas mejillas. 
Las ganas de llegar a mi casa aquella noche no existían, quería irme al lugar mas alejado y donde nadie me incomode. Quiero la máxima soledad que haya en al faz de la tierra, desahogarme en mis propias lagrimas. 
En ese instante sonó el móvil, distrayéndome de mis pensamientos. Lo mire, era mi madre. Pensé para mi misma: "Seguro que es para saber si me queda mucho tiempo para llegar a casa y meterme prisa". Descolgué el teléfono:
 - ¿Si?
 - Hija, ¿te queda mucho para llegar a casa? Están a punto de llegar todos y no estas en casa todavía y sin cambiarte de ropa. - Como lo sabia, es tan predecible mi madre.
 -Mama, tranquila llego enseguida. Me da tiempo de sobra a ponerme el vestido. 
 -Bueno.. tu date prisa por si acaso.
 -Si.. ¡adiós!- La colgué enseguida.
Seguía caminando en dirección a casa, acelere un poco el ritmo si no quería discutir como mi madre también hoy. 
Volví a sumergirme en mis pensamientos... 

La Navidad solo es para quienes tienen alguien especial a quien
regalarle un detalle a la mañana siguiente.

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